“ustedes saben metafísica, pero no son metafísicos”
Al parecer la silla es un objeto que llama enormemente la atención a filósofos. De un momento para acá, a mí las sillas me han dejado de intrigar (filosóficamente hablando), me he de suponer que tal lenguaje no me basta o que la relación profunda – de filósofo y silla – no me es tan personal. Creo que el amor a tal mueble se debe a que es en dónde estos virtuosos del pensamiento reposan su cuerpo para, precisamente, exponer la virtud antes mencionada. Yo por otro lado, me tiro en el pasto o en una nube y desde allí doy creación a mis sueños… de vez en cuando, despierto y camino con las demás personas, entonces también doy a conocer lo que pienso
Si digo silla, lo que hago es encerrar un “Algo” bajo un concepto, el cual se encuentra determinado por aquellos que utilizan dicho concepto ¿quiero acaso hablar de conceptos?, por supuesto que no, quiero hablar de ese “Algo”, del cual estoy plenamente seguro que existe, puesto que hablo de él, no se entienda que el discurso da la existencia a ello, sino que ese objeto se encuentra presente en este mundo; lo siento, lo pienso, me afecta, estoy consciente de él, de la misma forma en que usted, hermano, lo siente, lo piensa, lo afecta y está consciente de él. Pero miré, allí viene uno que se sube en ella para alcanzar aquel otro objeto, significa por lo tanto que esta persona que se subió también lo siente, lo piensa, lo afecta y se encuentra consciente del “Algo” del que hablamos, pero no lo usa como nosotros lo usamos ¿ha perdido por lo tanto su existencia? ¿o se ha visto, su misma existencia, disminuida? No lo creo, pues la forma en que se use no modifica en nada al “Algo”. Qué modifica entonces su existencia, ¡su corrupción! claro que no, pues el hecho que se corrompa indica precisamente que existe. A lo mejor somos nosotros quienes por convención le damos tal cualidad, y aquello que nosotros percibimos como evidente no es más que un capricho de nuestra parte, sin embargo, es claro notar que aún dejando fuera los rasgos captados por nuestra capacidad, la silla existe porque se manifiesta ante otros seres con diferentes capacidades a la de nosotros, por ejemplo, una hormiga, que por su pequeño tamaño me supongo que no es capaz de comprender
En fin, nos relacionamos con ese “Algo”, y la relación no podemos decir que es con una idea, pues se entabló verdaderamente, por todo ello tenemos conciencia de ese “Algo” que está presente, además creo necesario descartar también la conciencia de dicho objeto como causa de su existencia, pues vimos con claridad cómo seres que no tenían ninguna noción de silla, o la tenían limitadamente, por lo tanto tampoco conciencia del “Algo”, se relacionaron verdaderamente con ella, explicando quizá la relación por su capacidades y creándose una realidad diferente a la de nosotros.
La silla existe, entonces, por ende Es, y si Es pues es “Algo”, de esto podemos deducir a medida de mi no perfecta comprensión su forma y su esencia, además claro está, su materia. Pero usted filósofo me pregunta por la substancia de la silla, no queda claro desde el momento en que comprendemos y estamos con la plena certeza de la existencia de la silla, acaso no entiende que mostrar la existencia es mostrar la substancia, pero eso a usted no le basta y sigue cuestionándose dónde está la substancia, y no sé si sólo lo haga por llevarme la contra pero ahora niega la silla misma… pero entonces por qué me invita a sentarme.
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