marzo 24, 2012

Soledad



La soledad consiste en saber que no se está solo y sin embargo no se pertenece. De ella brotan grandes bienes como manantiales de agua viva, de sabiduría y de todos los placeres mundanos y divinos, pero es imposible beber de ella (ni se es mundano ni se es divino), uno vive con la boca seca cuando está en soledad (quizá por eso se frecuenten las cantinas y los bares), y por tal motivo la soledad sólo existe cuando se comparte ¿pero a quién? ¿Pero cómo? Y lo más importante… ¿pero por qué? (¿y a caso no muere ella al ser trasgredida por ser compartida?).

Que busque la soledad no significa que quiera el alejamiento, sino todo lo contrario; mi copa se desborda y alguien tiene que beber de ella, quizá mi sombra, ella es la más indicada y la única, que al menos en un breve recuento, puede contestar el quién, el cómo y el por qué. La sombra, mi sombra bebe del arsénico dulce creado por el magnánimo sentimiento de vida, de soledad. ¡Ah, la soledad es la vida que reparte muerte! ya sea a ella misma ya sea a otro, y a pesar de tanta muerte no se está solo, nunca se está solo y jamás se pertenece.

Muerte



Un día de estos voy a morir. Cuando suceda, inevitablemente te darás cuenta que estaba vivo, eso quizá signifique que seguiré vivo; caminando por las mismas calles, visitando los mismos bares, leyendo los mismos libros… haciendo exactamente lo mismo que hacia cuando estaba vivo y vivía, entonces no sabrás qué decir o cómo decirlo, verás mi yo muerto viviendo en el mundo. El problema o el asunto es que yo tampoco no sabré qué decir ni cómo decirlo, te miraré con mi ojo muerto, ojo de sombra, ojo que fue tocado por la visión del hades y que se deleito en las profundidades del seol igual que en las profundidades del “chac mool”. Ojo que no sabe distinguir pues, pero que, sin embargo, percatará que sigues viva. Viva tan viva como siempre. No podrá hacer otra cosa más que cerrarse y seguir muerto.

A mi muerte sabrás que sigo vivo, pero olvidas pronto.

marzo 21, 2012

Mujeres y flores



Cómo qué ‘una flor para otra flor’ refunfuñó incrédula de semejante sentencia y le exigió al hombre, al poeta y al amante que fueran justos. Entonces, sin más qué decir o cómo reclamar, el hombre arrancó a la mujer y se la entregó a la rosa diciéndole: “aquí tienes, una mujer para otra mujer”. La flor aparentó ser feliz mientras era observada, pero cuando le quitaron los ojos de encima, una lágrima le brotó… en el fondo sabía que ella no era mujer y que el obsequio sólo era un artificio sin sentimiento, como una llave mágica que soluciona conflictos o un botón secreto que en automático la obliga a perdonar ofensas. Si lo sabría bien ella. Colocó entonces a la mujer en agua y suspiró: ¡ah, estos hombres, no saben amar y ni siquiera son capaces de entendernos!

marzo 18, 2012

Nubes


“... pero también los perros comen de las migajas que caen de la mesa de sus amos”


De acuerdo a cierta teología pagana, se descubrió que verdaderamente hay un dios que habita en el cielo, pero no es del todo feliz, esta divinidad sufre una rara depresión que alivia de vez en cuando fumando cigarrillos (en realidad muy seguido, pero la dosis varía). De ahí provienen las nubes: son sólo cúmulos de humo formados del desesperado vicio del dios, así pues, se sigue que los días de lluvia o la lluvia en sí, no es más que un producto de un narcótico, la basura del desperdicio de un sopor anhelado debido al tormento de dios, es decir lo necesario para matar a los hombres al mismo tiempo que se considera una bendición.

Ah, qué bellas son las nubes y cómo nos conmueven, acercándonos al sueño, identificándonos con dios ¿será que nosotros también sufrimos como él?

marzo 15, 2012

Presente y Silencio


Nuestra mayor virtud es el don del pecado


No hay silencios en el hombre y sin embargo algo calla.

En el fondo, muy en el fondo un oscuro misterio le llama:

¡Pronúnciame y anúnciame, pero toda palabra es vana;

Tu corazón es un remolino que siempre está en batalla!


Así es la vida del humano

Matando todo lo deseado.

Con su palabra se cree divino;

Lo mejor es que nunca hubiera existido.


Pero en su terrible mundanidad

Encuentra un deleite:

Presiente y se acerca a la muerte…

Y en esa terrible de solemnidad

¿Podrá el hombre callar?