abril 25, 2012
No sé que vaya a pasar
abril 11, 2012
Hola
Como si fuera tan sencillo decirte “hola”.
Tener una “h” silenciosa que albergue misterios
Profundos, callados, milenarios.
Y dártela como si nada.
Encontrar una “o” que sea un universo
Que englobe infinitos
Muestra de perfección
Alucinación, idealización.
Y bajarla a tu alma.
Tener dispuesta una “l”
Como si de estas existieran muchas
Y estuvieran en buenas condiciones
Ni tan cortas, pero tampoco tan largas,
Sin ningún desvío del camino ascendente
Que majestuosamente se cargan.
Y concluir con una “a”
Principio de todo
Motor del mundo
Génesis del pecado o de lo divino
Semilla del bien y el mal.
Y germinarla en tu corazón
Junto con las demás letras y así formar una palabra.
Deja tú mis miedos y mi cobardía,
Porque decirte hola es más complicado de lo que parece.
No sólo es arriesgarme al ridículo
Es complicar el universo y el plan celestial.
abril 02, 2012
y seguí caminando
Y uno camina así, sin rumbo fijo,
Sin veredas definidas
Y sin metas a la distancia
Se camina a sabiendas que no se tiene destino.
Se camina y se traspasa el mundo,
Pero se choca con sombras:
Y uno se enoja con ellas
Y se les critica su vaciedad.
Pero entonces te das cuenta que también eres una.
¡Oh, sombra!
¡Oh, ilusión!
No podría ser de otra manera.
… todo cambia.
Y uno camina así, deseando no caminar,
Abrazándose de sombras
Y sonriendo en su mediocridad.
… Y seguí caminando
Mientras observaba tu partida.
Un paso fue en vano
Y así seguí con la vida
marzo 24, 2012
Soledad
La soledad consiste en saber que no se está solo y sin embargo no se pertenece. De ella brotan grandes bienes como manantiales de agua viva, de sabiduría y de todos los placeres mundanos y divinos, pero es imposible beber de ella (ni se es mundano ni se es divino), uno vive con la boca seca cuando está en soledad (quizá por eso se frecuenten las cantinas y los bares), y por tal motivo la soledad sólo existe cuando se comparte ¿pero a quién? ¿Pero cómo? Y lo más importante… ¿pero por qué? (¿y a caso no muere ella al ser trasgredida por ser compartida?).
Que busque la soledad no significa que quiera el alejamiento, sino todo lo contrario; mi copa se desborda y alguien tiene que beber de ella, quizá mi sombra, ella es la más indicada y la única, que al menos en un breve recuento, puede contestar el quién, el cómo y el por qué. La sombra, mi sombra bebe del arsénico dulce creado por el magnánimo sentimiento de vida, de soledad. ¡Ah, la soledad es la vida que reparte muerte! ya sea a ella misma ya sea a otro, y a pesar de tanta muerte no se está solo, nunca se está solo y jamás se pertenece.
Muerte
Un día de estos voy a morir. Cuando suceda, inevitablemente te darás cuenta que estaba vivo, eso quizá signifique que seguiré vivo; caminando por las mismas calles, visitando los mismos bares, leyendo los mismos libros… haciendo exactamente lo mismo que hacia cuando estaba vivo y vivía, entonces no sabrás qué decir o cómo decirlo, verás mi yo muerto viviendo en el mundo. El problema o el asunto es que yo tampoco no sabré qué decir ni cómo decirlo, te miraré con mi ojo muerto, ojo de sombra, ojo que fue tocado por la visión del hades y que se deleito en las profundidades del seol igual que en las profundidades del “chac mool”. Ojo que no sabe distinguir pues, pero que, sin embargo, percatará que sigues viva. Viva tan viva como siempre. No podrá hacer otra cosa más que cerrarse y seguir muerto.
A mi muerte sabrás que sigo vivo, pero olvidas pronto.
marzo 21, 2012
Mujeres y flores
Cómo qué ‘una flor para otra flor’ refunfuñó incrédula de semejante sentencia y le exigió al hombre, al poeta y al amante que fueran justos. Entonces, sin más qué decir o cómo reclamar, el hombre arrancó a la mujer y se la entregó a la rosa diciéndole: “aquí tienes, una mujer para otra mujer”. La flor aparentó ser feliz mientras era observada, pero cuando le quitaron los ojos de encima, una lágrima le brotó… en el fondo sabía que ella no era mujer y que el obsequio sólo era un artificio sin sentimiento, como una llave mágica que soluciona conflictos o un botón secreto que en automático la obliga a perdonar ofensas. Si lo sabría bien ella. Colocó entonces a la mujer en agua y suspiró: ¡ah, estos hombres, no saben amar y ni siquiera son capaces de entendernos!