“El sentimiento de amor (como deseo), ese afecto misterioso hacía algo externo a nosotros, se encuentra presente en toda nuestra vida, siempre allí, entre escondido (como incógnito) y al mismo tiempo manifestándose en cada instante en nuestros actos.”
¿Es el amor algo que se encuentra dentro o fuera de nuestra naturaleza? Si este se presenta como algo ajeno a nuestro a ser, por qué razón embona tan bien en nosotros.
La mayoría de los tratados del amor muestran a tal sentimiento como finalidad del hombre, que el humano aspira a él, pero cuántas veces lo ha logrado, es decir llegar al amor, la respuesta es obvia… sólo en los cuentos de princesas, pues estos tienen un final estático [y quizá también en las telenovelas], es decir que ese “para siempre” no indica un progreso en la vida, sino más bien un congelamiento eterno de la vida, y precisamente en ese instante en que la felicidad parecería haber llegado a la culmine, desgraciadamente [o afortunadamente] el hombre al no ser eterno no puede suspender su devenir y quedarse estancado en una emoción, pero esto no responde a la pregunta inicial, sin embargo da las bases para reflexionar sobre ello, si contemplamos al amor dentro de teleología (como históricamente se ha hecho), concluiremos en la definición de un hombre asqueado de sí mismo, la respuesta es idealizar el amor, pero al hacerlo se coloca fuera de nosotros y más aún se contempla como algo perfecto, es decir ya como algo no concerniente a nosotros. La falta de pericia, o la poca fortuna añadido a lo anterior concluyen en detectar al sentimiento como algo en contra de nosotros mismos y por ende definirlo como un agente opresivo en nosotros mismos, un ejemplo de ello lo podemos encontrar en la ópera Carmen de G. Bizet y en el poema de Charles Bukowski, bluebird, en el primero se denota una insatisfacción que llega hasta la locura, mientras en el segundo se evoca una negación que sólo corresponde a una cosa, es decir, la necesidad de conciliar al sentimiento con nosotros mismos; entonces es dejar de idealizarlo, de congelarlo y por último de contemplarlo como finalidad, sin embargo el escritor no lo prevé así, no termina por alejarse del concepto tradicional del amor, a fin de cuentas se queda en la negación… y dando entrada, quizá, a lo más deprimente en cuestiones sentimentales: la compatibilidad de emociones como forma de consuelo.
“and it's nice enough to make a man weep, but I don't weep, do you?”
hay que contemplar la posibilidad de un amor cambiante también (y su necesidad), si el hombre buscara nada más la "seguridad y permanencia" hubieramos dejado de ser espontáneos hace mucho, ¿qué tal si lo único permanente es la necesidad de cambio? ¿qué tal si el hombre mismo provoca que el amor sea efímero?
ResponderEliminarpues precisamente es esa la idea o crítica, bien, si el hombre no encuentra puerto, no deja por ello de buscar y desear, es decir trasladar la idea de puerto hacia algo más factible - el anclamineto - pero dicho anclamiento lo delimita, precisamente oprimiéndolo (o al menos así lo expongo), como conclusión [y creo que esto si lo planteo en el primer escrito] es la aniquilación del sentimiento, en el caso de Carmen es obvio, en bukowski es más complicado... parece una muerte mutua.
ResponderEliminar