Cómo podría hablar yo sobre el suicidio, viendo a este como un problema social, es decir, siempre que he pensado en él, se presenta para mí solo, tenemos conversaciones íntimas, después nos despedimos y cada quien se va por su lado. Es sólo una visita de revista, como la que hace el carcelero al preso para verificar que aún cumple su condena. En fin, qué podría decir yo, sin embargo algo me ha invadido, la noticia que invierno ya no es la época principal para dicho suceso. Pero, por qué. En mi opinión, la temporada decembrina parecía idónea para acabar con la vida, digo, el ambiente envuelve al hombre con la melancolía, lo qua deriva en una gran depresión, es necesario precisar la necesidad de compañía en tales momentos, es decir, uno de los menguantes de tal sentimiento es la convivencia con otras personas, y con convivencia me refiero a la empatía de la vida entre los seres. En primer lugar el clima frío, dicha inclemencia llama a la unión, y no sólo esa unión informal, sino que se presta a los abrazos, buscar la manera de calentarnos. Otro factor, que también incluye la unión, pero esta se eleva de lo corpóreo a lo espiritual, son las festividades, ya sea navidad, año nuevo y las tradicionales, es decir las ya muy corrompidas, posadas. El caso del año nuevo, que claro, presupone la finalidad del presente año, lleva a los individuos a realizar un análisis de su vida, de los logros hechos, además de proponerse nuevas metas, en fin todo esto que contrae esta temporada, al carecer de ello o tener la idea que se carece, aumenta la desdicha en el hombre a sumo grado para llevarlo al suicidio.
Pero qué ha cambiado para que diciembre y enero hayan perdido el título de los meses del suicidio. Según lo anterior, podemos concluir que es pues la soledad, la falta de unión, el principal motivo de los suicidios invernales. No creo que se haya perdido la repulsión a la soledad en la actualidad, sin embargo sí creo que el nuevo modo de vida prepare y haga normativo el estar solo, es decir se han creado nuevas estrategias para combatirla. Sobre el combate es sencillo explicarlo, la tecnología como el internet, los nuevos sistemas de televisión, juegos electrónicos, lo dicen todo. Pero sobre la adaptación, la normatividad, ya parece ser asunto para socializar, es decir la nueva organización familiar vislumbra a unos hijos más autodependientes, que en ocasiones hasta los padres se encuentran de sobra y la ausencia de ellos en el hogar cada vez es mayor (cuando antes ni siquiera era pensado algún tiempo en el que el niño se encontrará solo en la casa). Si estos lazos se pierden , o mejor dicho nunca se fomentan, su valor no es visto como esencial, así que poco importa verse carente de ello en épocas que así lo demandan, y de hecho también podemos ver a tal demanda como algo ya irrelevante.
Pueden ser estos, indicios del decremento en el índice de suicidios en estas fechas, lo cual parece ser buena noticia, sin embargo al contemplar los datos completos vemos que no es así, puesto que las cifras en general van en aumento. Como se ha dicho, ya no es la melancolía y el sentimiento de soledad lo que mueve a suicidarse, este ha cambiado, pero cuáles son las nuevas preocupaciones. Al parecer en los jóvenes, grupo en el que más suicidios hay, es su mismo entorno, en donde él se desenvuelve, es decir, la escuela, denominada como la responsabilidad de ellos, esto también puede añadirse en el apartado anterior; se aleja de este rol y viene un sentimiento de inutilidad. Pero en este caso la escuela se presenta más como una preocupación, no sólo por sus exigencias académicas, sino también por las fricciones entre compañeros; ahora las principales explicaciones de por qué se recurrió a tal alternativa, son como respuesta a las molestias, insultos y exposiciones humillantes a las que los mismos compañeros los exponen,
Las dos circunstancias mencionadas no son nada alentadoras a mi parecer, el suicidio como lo decía Schopenhauer no es la repulsión a la vida, sino la inconformidad de un tipo de vida. Y si lo que nos importa es la humanidad, por qué el hombre no tiene la capacidad para conformar su vida, esto me suena a un hombre débil y temeroso… y lo peor de todo es que, según lo anterior, a eso que teme y se muestra débil es ante la misma humanidad… lo cual es preocupante, pero no sé, quizá yo esté equivocado. Supongo que ya tengo tema de conversación en la próxima visita de revista del suicidio.
Pero qué ha cambiado para que diciembre y enero hayan perdido el título de los meses del suicidio. Según lo anterior, podemos concluir que es pues la soledad, la falta de unión, el principal motivo de los suicidios invernales. No creo que se haya perdido la repulsión a la soledad en la actualidad, sin embargo sí creo que el nuevo modo de vida prepare y haga normativo el estar solo, es decir se han creado nuevas estrategias para combatirla. Sobre el combate es sencillo explicarlo, la tecnología como el internet, los nuevos sistemas de televisión, juegos electrónicos, lo dicen todo. Pero sobre la adaptación, la normatividad, ya parece ser asunto para socializar, es decir la nueva organización familiar vislumbra a unos hijos más autodependientes, que en ocasiones hasta los padres se encuentran de sobra y la ausencia de ellos en el hogar cada vez es mayor (cuando antes ni siquiera era pensado algún tiempo en el que el niño se encontrará solo en la casa). Si estos lazos se pierden , o mejor dicho nunca se fomentan, su valor no es visto como esencial, así que poco importa verse carente de ello en épocas que así lo demandan, y de hecho también podemos ver a tal demanda como algo ya irrelevante.
Pueden ser estos, indicios del decremento en el índice de suicidios en estas fechas, lo cual parece ser buena noticia, sin embargo al contemplar los datos completos vemos que no es así, puesto que las cifras en general van en aumento. Como se ha dicho, ya no es la melancolía y el sentimiento de soledad lo que mueve a suicidarse, este ha cambiado, pero cuáles son las nuevas preocupaciones. Al parecer en los jóvenes, grupo en el que más suicidios hay, es su mismo entorno, en donde él se desenvuelve, es decir, la escuela, denominada como la responsabilidad de ellos, esto también puede añadirse en el apartado anterior; se aleja de este rol y viene un sentimiento de inutilidad. Pero en este caso la escuela se presenta más como una preocupación, no sólo por sus exigencias académicas, sino también por las fricciones entre compañeros; ahora las principales explicaciones de por qué se recurrió a tal alternativa, son como respuesta a las molestias, insultos y exposiciones humillantes a las que los mismos compañeros los exponen,
Las dos circunstancias mencionadas no son nada alentadoras a mi parecer, el suicidio como lo decía Schopenhauer no es la repulsión a la vida, sino la inconformidad de un tipo de vida. Y si lo que nos importa es la humanidad, por qué el hombre no tiene la capacidad para conformar su vida, esto me suena a un hombre débil y temeroso… y lo peor de todo es que, según lo anterior, a eso que teme y se muestra débil es ante la misma humanidad… lo cual es preocupante, pero no sé, quizá yo esté equivocado. Supongo que ya tengo tema de conversación en la próxima visita de revista del suicidio.
sí, lo menciono; el suicidio se presenta por la inconformidad del tipo de vida, es decir que se deve a la tristeza y melancolía, al no pertenecer o estar conforme con el ideal de vida - que bien puede enfocarse en el sentimiento de estar solo - la pregunta entonces es, cuando dicho sentimiento se acrecienta en el hombre; al parecer en invierno es una "exclusión" de tipo , la persona es relegada del círculo (por decirlo de alguna forma), ahora, creo que este olvido ya no es tan trascendental para el hombre... desde pequeño es olvidado.
ResponderEliminarla exclusión que ahora trasciende es violenta, no es no ser olvidado, sino la de ser recordado pero como el "excluido" el que no está dentro y por ende no merece respeto.
no digo que cambie la causa del suicido, sino que cambia la valorización que fundamenta a dicha causa.
El suicidio tanto por la soledad como por el acoso escolar, es la respuesta subjetiva a ese acontecer ineludible y sin embargo tan molesto, la presencia clara de lo humano; la debilidad y sentimiento de impotencia, es decir, la castración, que si no se asume, nos lleva a esta salida.
ResponderEliminarSi no aceptamos nuestra propia miseria humana no queda más que rechazarla por completo.
Saludos Isaac!
Bena, para mí es todo lo contrario, la molestia es de hecho un modo de inclusión. Eso que llama la atención al "buleador" es parte de él mismo, y lo llama tanto que no hace más que estarlo convocando, el "buleado" se puede sentir mal por las agresiones, pero esto no significa que esté excluido, por el contrario, está más incluido que los demás a los cuales no se les presta atención, el problema cambia de perspectiva entonces, ya no es cómo incluirlos (es como cuando obligan los maestros al niño gordito, al antisocial o al afeminado a que lo incluyan en el equipo de futbol del salón, resulta ser una agresión aun mayor para ese niño que el hecho de quedar fuera), sino cómo cambiar la forma de inclusión o cómo hacer de la inclusión un menor daño.
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