febrero 09, 2010

Esquines y el sentimiento de inferioridad en el pensar filosófico.



Existe cierta sensación de que aquello que producimos, es decir las reflexiones propias, no tiene la calidad suficiente como para valorarse, en este caso, como filosofía. Por lo general esto se da al comparar nuestros argumentos con los de otros. Por ejemplo el problema que se presenta en México; no se hace filosofía, puesto que según algunos, el pensamiento mexicano no tiene la profundidad del europeo. El filósofo Esquines padeció tal sentimiento, lo cual impidió que se desarrollará como filósofo; Diógenes Laercio refiere que “no se atrevió a enseñar su filosofía”[1], además también manifiesta que los libros que se le atribuyen a Esquines no son suyos, sino de Sócrates[2].

Poco nos dice Laercio sobre Esquines, y casi todo se encamina a la pobreza, tanto de su vida (económicamente hablando) y el desprestigio de su pensamiento: “Aristipo tuvo por sospechoso sus diálogos” y Platón lo “despreció”. Sin embargo existe cierta nobleza o agrado por Esquines, y como muestra el que Diógenes lo tome dentro de los filósofos más ilustres, además, según el mismo biógrafo, Sócrates habló bien de él al decir: “sólo sabe honrarme el hijo del longanicero”*, esto tal vez por el espíritu altruista de Esquines, ya que al decir de Laercio, Esquines “se aplicó a defender en el foro la causa de los desvalidos”[3].

Esquines, después que Platón lo despreció y que escuchó a Dionisio por recomendación de Aristipo, regresó a Atenas, donde como se ha dicho, no se atrevió a enseñar su filosofía “por la reputación en que estaban Platón y Aristipo”[4], sin embargo “abrió una escuela privada”[5].

Este acto nos hace ver, y al mismo tiempo me contradice, que el filosofar no exige puntos máximos, sino que se relaciona con el desarrollo personal de aquel que filosofa, que el aspecto cultural juega un papel importante para la reflexión del individuo. Así que no puedo decir que el sentimiento de inferioridad no le permitió que se desarrollara, pero tal vez sí impidió que Esquines floreciera, pues hizo que negara la confrontación entre los otros discípulos de Sócrates, lo cual me hace pensar si Esquines realmente logró separarse de aquel que dijo “yo sólo sé que no sé nada”, muy posiblemente el hijo del longanicero no trascendió a esta máxima.



[1] Laercio, Diógenes. Vida de los filósofos más ilustres. Libro I;2. Editorial Porrúa. Méx. 2003. Pág. 64.

[2] Ibídem. I;1. Pág. 63.

* Esquines era el hijo de un longanicero.

[3] Ibídem. I;2. 64.

[4] Ibídem

[5] Ibídem.

4 comentarios:

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  2. Entonces, ¿hay filosofía entre los frijoleros, digo, mexicanos?

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  3. wowow, si lo hay entre los longaniceros, por qué no entre los mexicanos. el punto es trascender y dejar a un lado a Sócrates... del cual Nietzsche dice que era feo, al rato escribiré sobre eso.

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  4. ¿Por qué dejar de lado a los feos?
    Bueno, me imagino que te refieres a dejar de compararnos con los filósofos. Pero entonces cómo sabremos si filosofamos.

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