febrero 28, 2010

Las dos caras de la fealdad filosófica.



Según algunos discursos que he escuchado, tanto de maestros como alumnos, puedo identificar como labor de la filosofía, el encontrar lo imperfecto a las cosas, es decir realizar una constante crítica al actuar del mundo, de allí que algunos digan que la filosofía siempre será polémica. Creo no necesario mencionar que esto de polémico e ir en contra no es un capricho, sino que va fundamentado con una ardua reflexión del mundo y del hombre, a fin de cuentas es rescatar, es decir que no se pierda, el espíritu humano en las construcciones culturales.

A razón de lo anterior también podemos catalogar al filósofo como un monstruo, cómo aquél que va siempre derrumbado los pilares artificiales de la humanidad, pero al mismo tiempo construye nuevas bases que sirvan de apoyo para explicarse la vida. Será por eso, quizá, que al filósofo se le huya y se le tema, pero al mismo tiempo no se pueda prescindir de él. Hablemos de esta ambivalencia de la filosofía, y para ello remontémonos al monstruo Sócrates. Este filósofo fue uno de los mejores aniquiladores del sistema, y no sólo porque atacaba a la vulnerabilidad del Estado, al grupo fuerte, es decir a la juventud, sino que también iba directo a la yugular de ellos, a su pensamiento, así como lo dice Fedosev, refiriéndose al método socrático “nada debe estimarse cierto sin ser sometido al tribunal de la razón”[1], con ello lo establecido caía pronto al enfrentarse a la dialéctica del filósofo, aun más, tanta fue la amenaza que provocó Sócrates que su final no es de asombrarse. Sin embargo la semilla del pensamiento perduró en sus discípulos, y el ideal socrático, ya con grandes matices platónicos, se ha convertido, quizá, en la actualidad en el sistema de pensamiento predominante de occidente. Ahora es turno de discutir el segundo valor de la filosofía, es decir, canalizar esas nuevas bases que ha dado el filósofo para explicar la vida. Siguiendo el pensamiento de Nietzsche, Sócrates contribuyó a la eliminación de la tragedia Griega, con ello menguó el sentimiento dionisiaco en el hombre, volviéndolo un ser apacible, puesto que rechazaba los instintos del hombre, con ello el sentimiento era en sumo grado razonado, y no tanto sensitivo, a final de cuentas, dice el vitalista, Sócrates termina por negar la vida, es el comienzo del nihilismo, que luego fomentará Platón y que llega a su máximo con el Cristianismo.

Ya sea cómo se quiera ver, una amenaza al sistema, que pretenda exaltar al hombre, como lo hace Jung, o por otro lado como el comienzo a la decadencia, ya que niega la vida, Sócrates es un claro ejemplo de la monstruosidad que puede mostrar la filosofía, con gran razón Nietzsche comenta que cuando “un extranjero experto en rostros que pasó por Atenas, le dijo a Sócrates directamente que era un monstruo en cuyo interior se escondían todos los vicios y todas las malas inclinaciones. Y Sócrates se limitó a comentar ¡qué bien me conoce este señor!”[2]



[1] Fedosev. Metodología del conocimiento científico. Presencia Latinoamericana. Méx. 1981. Pág. 35

[2] Nietzsche, F. Cómo se filosofa a martillazos. Editorial Tomo. México, D.F. 2004. Pág. 24. (tercer aforismo del segundo capítulo).

2 comentarios:

  1. Yo creo que la filosofia y el filosofar, son unas alternativas que podrian ayudar a la salvacion de una sociedad que está muy enferma y lastimada, ya que las personas no creen en ninguna de las instituciones sociales que existen y estas son manejadas por personas, cuyos conflictos internos o conflictos con lo establecido provocan desorden y mucha confusion, esta epoca es de decadencia, por lo que lo que nos podria ayudar a fortalecer la sociedad seria fortalecer nuestras identidades, eso pienso yo, a lo mejor divagué, como suelo hacerlo siempre, pero mi mente trabaja asi,a mil por hora. La filosofia quiere comprender la complejidad del ser humano y que ha creado todo a sido el ser humano, las reglas, las normas, el mundo, el puede destruirlo tambien

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